"Sólo puedo invitar a leer en mis cuadros aquello que queda dicho por la pintura: mis deseos, mis ideas y posibilidades, mi manera de sentir y pensar, con el único lenguaje que puedo expresarlo, es el de la pintura"

Luis Feito (Madrid, 1929) siempre ha sido un artista reacio al análisis de su obra, tanto es así que en abril de 1959 en la revista Papeles de Son Armadans, nº XXXVII el texto en referencia a su pintura lleva por título "Yo no quiero escribir".

Esta actitud frente al arte que no dice ni explica, tan sólo existe, le diferenció de la actitud de algunos componentes del grupo El Paso (19657-1960). Feito siempre sintió cierto escepticismo ante la capacidad expresiva del arte a través de los manifiestos, es decir, mediante la escritura. Feito va a pensar la obra de arte como presencia, la creación artística como misterio en el que se exploran tensiones sin resolver. Lo racional y lo instintivo, el vacío y la concentración de materia, el carácter cartesiano de la geometría y el impulso del gesto.

"Asido al vacío, con voluntad ciega en dejar resueltamente atrás las cosas de un mundo conocido"[1]

Manolo Millares, 1958 (sobre Feito) 

Enfrentarse a la pintura de Feito requiere por parte del espectador un abandono de ciertos esquemas preconcebidos como la catalogación de su obra en movimientos artísticos o también, la diferenciación de su obra según periodos. El artista en muchas entrevistas deja claro que su obra no responde más que a criterios plásticos por lo que el arte es entendido como un elemento esencial de la vida del Hombre. La admiración por la pureza de líneas, la geometría y la funcionalidad estética del arte primitivo, hay que hablar también de la pintura china y del arte Zen como uno de los acerbos y tradiciones artísticas que siguen influyendo poderosamente en su trabajo.

De los primeros trabajos en los que la inspiración cubista y figurativa están presentes, Feito empezó a desarrollar una pintura propia. No la llamaremos abstracta ya que el propio pintor descarta esta terminología para definirla como no figurativa.  En la época de fundación del Paso, Feito ya cuenta con un estilo definido en el que domina el carácter matérico, son pinturas de corte informalista que aún conservan el aspecto geométrico.

Feito se había trasladado a la capital francesa en 1956, con una beca del Gobierno francés.  Al año siguiente se funda el Grupo El Paso en el que participa con Canogar, Millares o Saura.  Decididos a impulsar un cambio en la creación artística española, la pintura de estos artistas irrumpió con fuerza en las citas internacionales.

La Biennale de Venezia del año 1958 supuso un hito en la difusión de la nueva pintura española. A pesar de que Feito asegura que el régimen no estaba para nada interesado en el movimiento del Paso,  desde las estructuras del Estado se promovió la pintura informalista en el extranjero para ofrecer una visión más moderna y despolitizada del régimen y de España. Feito defendió siempre su presencia en él aceptando que “cada uno seguía su camino”[2]. Participante en la XXX Bienal de Venecia de 1960, donde tuvo sala individual, Feito recibió allí el premio de la Fundación David Bright que se había otorgado a Tàpies en la anterior edición.

Una vez disuelto el grupo, cuya última exposición tuvo lugar en Galería L'Attico de Roma en 1960, Feito va evolucionando hacia un tipo de pintura cuya forma se asemeja a la de una galaxia con la predominación del círculo. El vínculo con lo informe, el caos primigenio basado en formas orgánicas y el contraste cromático entre rojos, amarillos y fucsias con colores apagados, son una constante en este período. Feito elabora su creación ocultando, como debe ser, la complejidad del trabajo pictórico y proyectando un trabajo cuya lectura visual aparece como sencilla, como sucede en las grandes obras de arte.  Arte el de Feito, de permanente indagación, de constante cambio en el que siempre se ha destacado la coherencia que supone la fidelidad a sus postulados iniciales.[3]

A finales de los sesenta Feito introduce la doble tela unida como novedad en el soporte de sus cuadros. Entre los elementos esenciales de su pintura figuran la conjugación de elementos puramente pictóricos y el constante recurso a la misma gama cromática. En los setenta, el artista se va a alejar de  los parámetros pictóricos anteriores. Comienza un momento de crisis creativa que coincide temporalmente con su traslado de París a Nueva York.  La espontaneidad de las obras anteriores, así como la radicalidad geométrica, van a dar paso a una gestualidad mucho más marcada que permanecerá hasta sus últimas creaciones.

Analizada su obra, con la perspectiva que da el paso del tiempo, vemos que existen ciertas notas comunes a toda su pintura, a pesar de la existencia de diversos grupos de obras en su decurso artístico: la preferencia por el gesto atrevido pero siempre controlado, el uso restringido del color en el que el blanco, negro y rojo son fundamentales, y un claro sentido de la construcción y la composición.

[1] De la Torre, A. Luis Feito. Artista asido al vacío. en Feito. 2003-2005. Archivo web [Recuperado: http://www.delatorrealfonso.com/2005/10/30/luis-feito-artista-asido-al-vacio/]

[2] Tusell, J.  El tiempo de El Paso. Madrid: Ayuntamiento de Madrid ( 2002) pp. 131- 136

[3] De la Torre, A. Luis Feito. Artista asido al vacío. en Feito. 2003-2005. Archivo web [Recuperado: http://www.delatorrealfonso.com/2005/10/30/luis-feito-artista-asido-al-vacio/]